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Proyectos cinematográficos

Parte 1

.El principio de la experimentación.


Antes de comenzar mi carrera en cine ya filmaba. Por supuesto que no eran grandes producciones ni nada por el estilo, pero son aquellos primeros videos/cortos que dejé de simplemente mirar... Y comencé a observar. En el detalle fue que encontré aspectos que merecían quedar grabados para siempre.


Este es uno de los primeros. Utilicé una maqueta de 30 x 30 cm que había hecho en arquitectura y construí un embudo para la lámpara de escritorio, dejando pasar un pequeño haz de luz. No había una narración sino apenas un juego con la forma, luces y sombras... Y un final digno de secuela.




En esa experimentación comencé a tomar videos que tenía de otros viajes y a jugar con ellos en el montaje. Por ese entonces me había comprado una guitarra criolla y me gustaba la idea de usar grabaciones de algunas ideas que tenía o canciones que sacaba. El movimiento en una toma era algo que me llamaba la atención... Y mi primer dolly (una especie de carro para moverse y filmar con fluidez) fue el resultado de pegar la cámara a una silla de oficina. Todavía hay algo en esos videos que me da cierta nostalgia, como si hubiesen sido ayer.




La cámara con la que filmé varios años era una de esas compactas marca Samsung que conseguí en mi viaje de egresados en Camboriú. Todavía recuerdo pasar por una de esas galerías y cruzarme con un cartel grande que la ponía supuestamente en oferta... Digo supuestamente porque capaz que pagué un precio turista que jamás sabré.


Pero lo bueno es que la cámara resistía. Pasó por climas cálidos y nevados, fue protegida con trapos e incluso atada a palos que funcionaban como estructuras para hacer tomas bajo llamativos encuadres. La llevaba a todos lados y filmaba de todas las formas posibles. Para esa época ya era un obsesionado con los movimientos y comencé a usarlos en aspectos narrativos...


Y eso nos lleva al primer corto que filmé enteramente para la carrera de cine, en Dirección I. Agarré a mis amigos (los cuales ya se habían acostumbrado a salir delante de cámara) y escribí una historia donde debía pasar lo que pasa en cualquier corto primerizo: violencia y sangre. Como todavía no sabía escribir guiones, hice una especie de relato con las principales acciones. Llegué incluso a dibujar un plano de la casa donde íbamos a filmar para mostrarles a mis amigos el recorrido y la acción.


Así que sí: habían movimientos de cámara. Y no había plata. Tuve que usar la imaginación:




¿Cómo hacer un plano detalle de zapatillas al ras del piso y moverme con facilidad? Tres perchas y un par de intentos para aprender a encuadrar (no había forma de ver el visor durante la toma) lo resolvieron.




Bocetos, planimetrías y efectos manuales para la sangre, utilizando a mi favor la máscara y un montaje planificado.



Parte 2

.El conocimiento formal.


La carrera continuaba.


En cada cortometraje había una nueva forma de experimentar, jugar, combinar el qué iba a filmar y el cómo lo iba a hacer con las cosas que disponía. Entre mejores cámaras y un reducido equipo de trabajo con tareas específicas fue que salieron proyectos como este documental, todo un desafío desde lo narrativo y lo visual:




Con mis amigos también seguíamos llegando a nuevas formas de comunicar. Para la convocatoria de un concurso nos animamos a realizar una fotonovela que proponía enredos en las tramas y una conducción de la historia a través del propio montaje, como un rompecabezas:




En pleno cursado y gracias a otra convocatoria logré realizar un spot para la organización sin fines de lucro Proyecto Galgo, que lanzaron una campaña nacional en contra de los maltratos y la violencia animal en las jineteadas.





Algunas fotos del back, donde gracias a un casting de actores conocí a Juan, actor con el que luego realizaría un trabajo fundamental.



Todo esto nos lleva al último año de la carrera. En una época donde escribía sin parar, tenía entre manos un pequeño cuento nacido en alguna de esas madrugadas... Un cuento que ponía especial atención a detalles visuales y que comencé a imaginarlo con frecuencia. Pensaba en cómo mostraría los silencios y las miradas. Visualizaba el lugar donde ocurría, con la luz de la ventana mostrando el paso del tiempo...


El cuento se llama Desde Adentro (disponible en Un Titulo que no dice nada) y me di cuenta que necesitaba filmarlo.


Se lo mostré a profesores y amigos. Ganaba amores y odios por igual: algunos decían que era imposible filmarlo, una apuesta segura a que saldría mal. Otros eran más bondadosos y me recomendaban hacerlo animado, ya que la verosimilitud lo mataría. Y después estaban los que les llamaba la atención, lo veían como un desafío y sumaban sus visiones de cómo se lo imaginaban...


Me la jugué. Hablé con Juan, el actor del spot, quien aceptó sin dudarlo. Luego reuní un equipo dispuesto a darlo todo y comenzamos una preproducción donde nos dimos cuenta que nuestras visiones en realidad no estaban tan erradas... Si tuviésemos un montón de presupuesto para hacerlas.


Pero aún así seguimos, y después de meses de pruebas y ensayos, estuve junto con un equipo de diez personas filmando en el comedor de un pequeño departamento durante dos días seguidos.


Este es el resultado de aquella atrevida combinación de sucesos:



Storyboards y bocetos que hice para el diseño del corazón.



Parte 3

. La soledad de las palabras.


Fue algo que de repente estaba en todas las noticias. Al principio lo escuchábamos de lejos. Pero un día llegó.


Pandemia mundial.


Y confinamiento.


Entre una vorágine de hechos y la locura de que de repente quería caminar lejos de casa y no podía... Mi vida se estacionó en la escritura.


Por aquel entonces yo ya había aprobado todas las materias de la facultad y solo me quedaba la tesis, que había empezado estando ya en segundo año: la escritura de un largometraje. Como todo en la vida tenía sus ventajas y sus contras. Lo malo es que era un proceso largo, realmente largo y laborioso, porque las historias necesitan tiempo, esfuerzo y algo mucho más importante: lapsos de desconexión. A veces uno piensa que lo tiene todo, pero en la inmediatez no es capaz de ver que las cosas fallan desde un punto superficial, como pueden ser lagunas en la trama, hasta un lugar más profundo y oscurecido: lo que sucede no tiene razón de ser. Es muy difícil de explicarlo en pocas palabras, pero aunque uno siga ciertas "reglas" la historia no funciona.


El esfuerzo con este largometraje de mi tesis, llamado Esto También Pasará, ya estaba... Pero ahora, además, tenía todo el tiempo del mundo.


Y cuando me quise dar cuenta, la película ya estaba escrita y revisada. A lo largo del tiempo ha seguido cambiando y mutando, hasta llegar a la versión final de hoy, pero en esos meses mucho más no podía hacer... Los personajes me pedían descansar.


Así que seguí escribiendo...


Y conseguí una unión perfecta entre las horas, días y meses que pasaba en mi pieza, mientras el mundo estaba detenido.


Gracias a ese parate desarrollé proyectos que pasan por diferentes formatos (cortos, series, películas) y tocan diversos géneros (terror, comedia, ciencia ficción) que luego plasmé en estas hojas de venta o también llamadas one page:











Parte 4

.Cine y escritura.


El tiempo sigue y, más tarde que temprano, la pandemia "terminó"


Comencé una ardua etapa mostrando mis proyectos cinematográficos a diferentes productoras. En el camino he seguido aprendiendo, hasta el día de hoy, no solo temas relacionados al guion y su estructura, sino a saber ser conciso y poder explicar de la forma más clara posible la historias que tengo y qué es lo que busco. En resumen, el arte de saber vender.


A la par de estas frustrantes pero enriquecedoras experiencias me decidí a publicar mi primer libro, Una combinación de cosas que solo tienen tu sentido. La editorial Tinta de Luz fue una inmesa ayuda en ese primer paso, en el cual estuve rodeado de ciertas inseguridades ante el soltar mi obra al exterior. Por suerte todo salió bien. O al menos eso creo.




Este año publico mi segundo libro, Un título que no dice nada. Es una obra muy especial para mí, en la cual exploro distintos tipos de narraciones (guiones, poesías, relatos) y juego con las formas de contar una o varias historias en simultáneo (¿pueden los títulos de un relato estar contando algo más?) Espero que les guste, aunque con apenas algún extraño movimiento de cejas mientras lo hojean me conformo.




Pero también he vuelto a filmar. Desde el 2022 estoy involucrado desde el inicio en la filmación y dirección de un documental. Es el proyecto más largo y consistente que he realizado en mi vida. Estimo que a finales de este año 2023 saldrá a la luz. Por cuestiones de confidencialidad no puedo dar mucha información más que esta sinopsis: Un arquitecto se propone construir, completamente solo y con el menor gasto posible, su propia casa sustentable... A metros de su hogar actual. Para ello trabajará día y noche, equilibrando la obra con su rutina y explorando trágicos sucesos en su vida que lo han llevado a este accionar.




Algunas imágenes de la obra.


Presentación de la obra para el concurso arquitectónico Edificar 2023




Y ya está, no hay mucho más para contar.


Hay planes futuros que comienzan a superponerse con estos proyectos presentes, eso sí. Pero eso quedará para otra ocasión. Lo importante es mantenerse siempre en movimiento. Y a estas alturas me resulta casi repetitivo pero no tan obvio remarcar que el movimiento puede no estar asociado al concepto de trasladarse como concepto físico... El movimiento también puede ocurrir dentro, en la cabeza, con alguien imaginando una historia apoyado en la ventana de un micro... O frente a una pantalla a las tres de la mañana, mientras termina de escribir una oración suspirando, breve y levemente, impresionado ante el momento de vida que ha creado al unir palabras bajo un absoluto silencio.

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