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Sensaciones Vol. 3 de 4: Cría Cuervos

Cría Cuervos (Ídem, España, 110’, 1976) Dirección: Carlos Saura. Guion: Carlos Saura. Fotografía: Teodoro Escamilla. Intérpretes: Ana Torrent, Geraldine Chaplin, Mónica Randall, Héctor Alterio, Mayte Sánchez.


Por Nicolás Di Cataldo




En aspectos generales, Cría Cuervos me gustó y mucho. Lo primero a remarcar es la enorme y excelente actuación de Ana Torrent, quien al igual que en El espíritu de la colmena (1973) su interpretación es sublime. La película en gran medida se sostiene por su personaje y Saura es inteligente al jugar esta opción, viendo que Torrent puede tranquilamente pasar de una emoción hacia otra con una sutiliza única, como si se tratase de una actriz con vastos años de experiencia encima.


Otro aspecto a destacar pasa por la narrativa y como Saura logra transitar la misma con excelencia mezclando los mundos reales y ficcionales de la historia que nos está contando. La mezcla de memoria y alucinación es un concepto esencial en el film y muy bien manejado, permitiendo que el espectador viaje por la trama sin nunca perderse y, aun mejor, disfrutando de la experiencia al conectar con sus personajes, la forma en que observan el mundo y su realidad más próxima (en comparación a Onírica que, apostando a un mundo exponencialmente más surreal, personalmente me termina perdiendo)


Tal vez la mayor contra de esta película se debe a su sonido, en particular a las voces. Al igual que muchas otras películas españolas y argentinas, sus diálogos y acentos a veces se hacen complicados de seguir, y es en aquellas sutilezas del lenguaje como susurros donde es necesaria su visualización con auriculares que nos permitan disfrutar al máximo de su mundo sonoro.


La presencia de códigos o símbolos en Cría Cuervos no resulta algo avasallante ni abrumador para un espectador que se enfrenta por primera vez a una narrativa de este tipo. En su lugar, Saura toma buenas decisiones desde el guion al permitir, luego de secuencias densas, lugares de encuentro y conexión con sus personajes, como por ejemplo en aquellas situaciones donde las hermanas bailan y cantan al ritmo de la pegajosa canción Por qué te vas, que termina funcionando casi como un leitmotiv en la trama.


Su mayor incógnita pasa por aquellas patas de gallina que se las filma un par de veces dentro de la heladera y se las remarca a través de un zoom que no tiene un aparente motivo explícito. Todo lo que rodea aquel misterio, el cual se le ha preguntado a Saura y él jamás ha dado una explicación, tal vez se deba, en cierta medida, a una especie de retorcido Macguffin, aquel que ha hecho avanzar no la trama de Cría Cuervos, sino el recorrido del film en sí durante todos estos años… O tal vez sea algo mucho más sencillo como un paralelismo con las garras de los cuervos, en referencia a su título (¿tal vez desde la expresión cría cuervos y te sacarán los ojos?) Una respuesta clara no existe, solo suposiciones que, nuevamente, agrandan el aura propia de la película en sí.


Como conclusión, Cría Cuervos ha llamado mi atención y curiosidad, dándome una buena historia y un director al cual puedo seguir indagando en la España de esa época (de la cual solo tenía muy incorporado a Víctor Erice)


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