¡Envíos a todo el país!🚀 10% Off transferencia bancaria 💸

Sensaciones Vol. 2 de 4: Perros de Paja

Perros de Paja (Straw Dogs, Reino Unido, 113’, 1971) Dirección: Sam Peckinpah. Guion: David Zelag Goodman, Sam Peckinpah. Fotografía: John Coquillon. Intérpretes: Dustin Hoffman, Susan George, David Warner, Peter Vaughan, T.P. McKenna, Del Henney.

Por Nicolás Di Cataldo





Perros de paja no me resulta algo nuevo para mí. Hace un par de años, siguiendo la filmografía más vieja de Hoffman (esas cosas raras que uno hace) me embarqué en este film sin conocer a su director ni su estilo. En su momento lo consideré una película atípica, considerando que venía de ver El graduado, Midnight Cowboy, Kramer vs Kramer… Y en este segundo visionado las cosas no cambiaron mucho.


Si bien no es difícil entrar en su historia, ya que los primeros veinte minutos están muy bien dirigidos y la presentación de sus personajes entran de lleno, no logro conectar con aquella narrativa. Pero esta disyuntiva se me genera por aspectos personales, sobre el momento en que me encuentro en mi vida, y no por el film en sí. Difícilmente es separar lo objetivo de lo subjetivo, pero en este caso en particular, cuando llego a la hora de Perros de Paja, no considero estar viendo algo malo, pero empiezo a aburrirme. Quizás, viéndolo ahora mientras escribo estas palabras, considero que algo más quieto e intimista como Adopción (con su correspondiente crítica en la web) se conecta, o al menos, está un poco más cerca con lo que ahora estoy en sintonía.


Y llega la poderosa y controversial escena de Perros de Paja. Peckinpah juega con planos subjetivos que generan un asco donde nos pone a nosotros espectadores en aquel lugar sucio y detestable, siendo un recurso que funciona a la perfección. La aniquilación de aquel personaje femenino, que posee cierta duda y remordimiento al estar con su ex novio es un rejunte de emociones que chocan y resultan fuertes… Y que se multiplica con la presencia del segundo personaje. Si la película viene in crescendo esta secuencia la destruye por dentro y es imaginable cómo en su momento generó espanto en un público que la contemplaba por primera vez.


El film termina, con todo aquel tercer acto salpicado de violencia extrema, los créditos comienzan, y yo considero que he visto una buena película, porque objetivamente lo es, pero no siento mucho más. Me da intriga la filmografía de Peckinpah, pero aquellos tiempos donde exploraba a Tarantino, Woo e incluso lo gráfico de Von Trier o Noé parecen haber quedado muy atrás en lo que busco actualmente. Eso no significa que más adelante la curiosidad aparezca. Por lo pronto tampoco me surge la necesidad, como en aquellos años, de seguir viendo a Hoffman en otras narrativas.


Perros de Paja me termina resultando un buen visionado donde disfruto sus imágenes, pero no conecto con ellas. Similar a cuando uno encontraba una película apenas empezada en el Canal 9 un domingo cualquiera, ni muy soleado, ni muy nublado. El film, muchas veces cortado por pequeñas publicidades, terminaba resultándonos ameno y es por ello que uno se aguantaba ver en el medio promociones del supermercado, o productos que no necesitaba. Sin previo aviso la película continuaba y uno podía seguir en su trama porque la realidad es que no se había desconectado. Sus personajes no nos invadían en el interior, pero tampoco pasaban desapercibidos. Y cuando todo terminaba era común levantarnos y ver cómo aprovechar aquella vacía tarde (por lo general estos momentos cinematográficos pasaban en la siesta) y ver qué hacer la próxima semana. Recuerdo ver películas de este calibre como por ejemplo Paulie. Con Perros de Paja me pasa exactamente lo mismo que esta situación que acabo de rememorar. Un film que me entretiene, pero pasa y sigue, sin detenerse en ningún lugar de mi persona.



Mi carrito